Mis palabras son dagas
que utilizo para marcar mis errores
y así no olvidarlos.
En cada oportunidad
las saco de su estuche,
hago alarde del filo,
y me causo un pequeñísima herida
para comprobar que todavía
pueden dañarme.
Aunque estan guardadas me hieren,
juegan con la poca cordura
que aún conservo.
Esta vez me han herido de muerte.
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